Paroles et traduction Pablo Dacal - La Canción de Amalia

La Canción de Amalia

La sangre del año cuarenta mojaba
Tu rostro divino color de jazmín,
Doliente azucena de la tiranía
Jamás Buenos Aires se olvida de ti.

Soñando vivías en la quinta sola
Y el río te daba su mortal canción,
Suspiran los sauces de la calle larga,
Se oía a lo lejos un canto de amor.

Belgrano te amaba, jazmín tucumano,
La daga de Rosas, su pecho buscó,
Lloraron de angustia tus bellas pupilas,
En las noches rojas del Restaurador.

Con cintas celestes en tus trenzas negras
Le abrías la puerta del viejo jardín.
Guitarras porteñas decían la gloria
De aquellos amores, cantaban por tí.

Rondaron las dagas la quinta vacía,
La dulce guitarra dejó de cantar.
Eduardo Belgrano se estaba muriendo
Y allí en los rosales goteaba un puñal.

Soñaba ser libre, soñó que era suya
Y en tus ojos negros vio la libertad.
Miró la divisa celeste en tus trenzas,
Besó tus pupilas y ya no habló más.

Los sauces llorosos temblando en el río
Y el viento en las rejas del barrio del sur
Cantaban tu idilio, de amor y de muerte,
En la calle larga bajo el cielo azul.

Suspiro doliente, de amor sin ventura,
Oías, Amalia, la ardiente canción,
Que Eduardo Belgrano, con voz moribunda,
Cantaba a tu oído diciéndote adiós.

Amalia's Song

The blood from the year forty wet
Your divine face the color of jasmine,
Grieving lily of tyranny
Buenos Aires will never forget you.

Dreaming you lived in the lonely country house
And the river gave you its mortal song,
The willows sigh on the long street,
A song of love could be heard in the distance.

Belgrano loved you, jasmine from Tucuman,
Rosas' dagger sought his chest,
Your beautiful eyes wept with anguish,
In the Restaurador's red nights.

With light blue ribbons in your black braids
You opened the door of the old garden for him.
Guitars from Buenos Aires sang the glory
Of those loves, they sang for you.

Daggers surrounded the empty house,
The sweet guitar stopped singing.
Eduardo Belgrano was dying
And there among the roses dripped a dagger.

She dreamed of being free, she dreamed it was hers
And in your dark eyes she saw freedom.
She looked at the light blue symbol in your braids,
Kissed your eyes and said no more.

The weeping willows trembling in the river
And the wind at the gratings of the southern neighborhood
Sang your idyll, of love and death,
On the long street under the blue sky.

A mournful sigh, of love without luck,
You heard, Amalia, the ardent song,
Which Eduardo Belgrano, with dying voice,
Sang in your ear saying goodbye.