Текст песни Acto III: El Diario (Escena Segunda) - Rafael Lechowski
Quarciso
pensó
que
ahuyentaría
El
odio
y
el
ruido
que
había
en
sí
mismo
Transitando
las
sendas
del
abismo
Como
caminos
hacia
la
armonía
Pero
al
penetrar
en
la
lejanía
Todo
apareció
como
un
espejismo
Cuanta
mayor
soledad
y
mutismo
Dentro,
más
alto
el
grito
todavía
Recorrer
el
mundo
como
un
mendigo
O
huir
del
hombre
como
un
animal
No
fue
una
redención
sino
un
castigo
Sin
un
renacimiento
espiritual
De
nada
le
sirve
al
Ser
huir
del
mal
Él
es
el
mal
Y
arrastra
el
mal
consigo
Me
obstiné
en
olvidarte
Pero
al
alejarme
de
ti
en
el
camino
Me
hice
más
pequeño
y
tú
cada
vez
más
grande
Pero
ya
no
tengo
sed
de
tu
carne:
Conforme
mi
interior
se
llenaba
de
luz
iba
palideciendo
tu
imagen
Las
flores
dejaron
de
exhalar
tu
aroma
El
propio
dolor
ha
dragado
el
recuerdo
Y
el
silencio
ha
dejado
de
hablarme
Ya
no
tengo
sed
de
tu
carne
Y
no
por
ello
te
amo
menos,
ahora
te
amo
más
todavía,
si
cabe
Igual
que
lo
amo
a
él,
pues
amo
al
mundo
como
una
sola
vida
Al
universo
como
un
enorme
corazón
palpitante
Ya
no
tengo
sed
de
tu
carne:
Del
desamor
salí
con
vida,
pero,
de
este
Amor
nuevo,
que
nada
me
salve
Hoy
amanecí
llorando
Fue
un
llorar
tan
bello,
claro,
puro,
calmo
Ahora
entiendo
que
la
lágrima
pertenece
a
la
alegría
Y
que
a
la
tristeza
corresponde
el
llanto
Sólito
a
estar
solito
Como
el
sol
que
vierte
sobre
mi
escuálido
Cuerpo
pálido
su
cálido
hálito
Nuestra
carne
es
agua
y
nuestro
espíritu,
sed
Y
en
mi
sed
de
deseo,
deseo
con
la
sed
del
pez
Fluir
sin
rumbo:
No
hay
mayor
conquistador
Que
aquel
que
ha
sido
conquistado
por
el
mundo
Toda
vida
es
prestada
Comprender
que
se
es
nada
en
medio
de
todo
A
la
vez
que
todo
en
medio
de
nada
El
silencio
es
espejo
y
mi
meditación,
un
cielo
Donde
mis
pensamientos
cruzan
como
aves
por
el
aire
quieto
Siento
que
despego,
que
me
elevo
Huyendo
del
apego
del
ego
y
del
erebo
del
deseo
ciego
porque,
Vivir
errando
de
deseo
en
deseo
No
fue
sino
intentar
calmar
el
dolor
con
un
dolor
nuevo
La
experiencia
no
es
adquirir,
es
despojarse
Y
ahora
llueve,
y
llueve,
y
veo
el
agua
mojarse
El
intelecto
es
un
instrumento
demasiado
complejo
Para
comprender
la
sencillez
de
todo
lo
que
es
cierto
Sólo
el
desprendimiento
espontáneo
del
pensamiento
Permite
al
ser,
por
momentos,
latir
al
unísono
con
el
universo
La
mente
es
un
pez
sediento
que
busca
fuera
lo
que
está
dentro
La
conciencia
es
el
combate
de
los
opuestos
Quisiera
traducir
lo
que
siento
Pero
las
palabras
forman
un
río
de
ruido
cuando
lo
intento
Pero
aquello
que
uno
sabe
sin
saber,
lo
que
no
puede
explicar
Puede
ser
su
mayor
descubrimiento
Y
hoy
comprendo
para
qué
sirve
el
vacío
interior:
Para
hacerle
espacio
a
la
Verdad
en
su
alumbramiento
Llevaba
mucho
en
recogimiento
Larguísima
soledad,
sin
apenas
diálogo
ni
pensamiento
Una
vida
reducida
a
despertar
para
cerrar
los
ojos
de
nuevo
Hincar
el
cuerpo
en
la
tierra
y
respirar
silencio
Comer
escaso,
despacio,
pasear
hasta
el
cansancio
Impasible
a
la
ansiedad
del
tiempo
Descender
al
pueblo
a
por
alimentos
Sorber
el
sol
del
camino,
volver
por
la
senda
del
agradecimiento
Y
de
regreso
espiar
a
través
de
las
celosías
Con
triste
alegría,
la
fiesta
en
los
jardines
de
las
familias:
Triste
por
mi
soledad,
y
feliz
Porque
el
universo
es
mi
jardín
y
esas
familias
son
también
las
mías
Pero
un
día
desperté
sordo
a
lo
externo
Mis
ojos
sólo
podían
mirar
hacia
adentro
Y
busqué
dentro
¡Más
adentro!
Y
hallé
el
centro:
El
originario
hilo
que
une
al
Ser
con
el
universo
Entonces
sentí
un
temblor
Como
si
cediesen
los
pretiles
y
pude
asomarme
más
a
mi
interior
Dentro
todo
era
abismo,
voluta
de
oscuridad
y
precipicio
Y
en
la
profundidad
se
oían
gritos:
Chillidos
de
una
lucha
encarnizada
en
lo
más
hondo
Eran
mis
múltiples
yoes
devorándose
unos
a
otros
Egos
royendo
a
otros
egos
desfallecidos
sobre
el
yermo
Los
oía
desgarrar
y
mascar
deprisa
hambrientos
Despedazando
con
avidez
ojos,
víscera
y
huesos
Mientras
otros
buscaban
en
los
escombros
posibles
restos
Desierto
de
carroña
y
piel
de
avatares
muertos
Entraña
y
costra,
polvo
y
máscara
de
mis
ancestros
Todo
lo
que
fui
y
en
verdad
no
era,
palacio
en
el
aire,
ceguera
La
mentira
de
mis
opuestos
Y
quedó
un
último
Yo,
arraigado
y
gigantesco;
Arrasado
el
pasto,
comenzó
a
engullir
sus
propios
miembros
Y
no,
no
era
un
sueño
Pues
abría
fuerte
los
ojos
y
mareado
veía
borroso
el
paisaje
externo
La
casa,
el
árbol,
el
pozo,
el
huerto
Y
dentro,
pensamientos
chocando
contra
pensamientos
De
pronto,
un
cegador
estruendo
Insoportable
presión
en
mi
mente,
Como
si
me
arrancaran
de
mi
propio
cuerpo
y,
Se
hizo
el
silencio
finalmente
Mi
conciencia
un
templo
en
ruinas,
entonces
debí
de
caer
inconsciente
Al
recobrar
el
sentido
Mi
ser
liviano
quería
abrazarlo
todo
Con
la
inocencia
del
recién
nacido
No
sé
explicar
este
sentimiento
Sólo
sé
que
un
ruiseñor
que
comenzó
a
cantar
fuera
Cantó
también
dentro
1 Introducción
2 Acto I: La Traición
3 Acto II: La Descreencia
4 Acto III: El Diario (Escena Primera)
5 Acto III: El Diario (Escena Segunda)
6 Acto III: El Diario (Escena Tercera)
7 Acto IV: La Carta
8 Acto I: La Traición (Instrumental)
9 Acto II: La Descreencia (Instrumental)
10 Acto III: El Diario (Instrumental)
11 Acto IV: La Carta (Instrumental)
Внимание! Не стесняйтесь оставлять отзывы.