Текст песни Canción de la Vida Profunda - Gian Franco Pagliaro
                                                Hay 
                                                días 
                                                en 
                                                que 
                                                somos 
                                                tan 
                                                móviles, 
                                                tan 
                                                móviles,
 
                                    
                                
                                                como 
                                                las 
                                                leves 
                                                briznas 
                                                al 
                                                viento 
                                                    y 
                                                al 
                                                azar.
 
                                    
                                
                                                Tal 
                                                vez 
                                                bajo 
                                                otro 
                                                cielo 
                                                la 
                                                gloria 
                                                nos 
                                                sonríe.
 
                                    
                                
                                                La 
                                                vida 
                                                es 
                                                clara, 
                                                undívaga 
                                                    y 
                                                abierta 
                                                como 
                                                un 
                                                mar.
 
                                    
                                
                                                    Y 
                                                hay 
                                                días 
                                                en 
                                                que 
                                                somos 
                                                tan 
                                                fértiles, 
                                                tan 
                                                fértiles,
 
                                    
                                
                                                como 
                                                en 
                                                abril 
                                                el 
                                                campo, 
                                                que 
                                                tiembla 
                                                de 
                                                pasión:
 
                                    
                                
                                                bajo 
                                                el 
                                                influjo 
                                                próvido 
                                                de 
                                                espirituales 
                                                lluvias,
 
                                    
                                
                                                el 
                                                alma 
                                                está 
                                                brotando 
                                                florestas 
                                                de 
                                                ilusión.
 
                                    
                                
                                                    Y 
                                                hay 
                                                días 
                                                en 
                                                que 
                                                somos 
                                                tan 
                                                plácidos, 
                                                tan 
                                                plácidos...
 
                                    
                                
                                                -¡ 
                                                niñez 
                                                en 
                                                el 
                                                crepúsculo!, 
¡                                                lagunas 
                                                de 
                                                zafiro!-
 
                                    
                                
                                                que 
                                                un 
                                                verso, 
                                                un 
                                                trino, 
                                                un 
                                                monte, 
                                                un 
                                                pájaro 
                                                que 
                                                cruza
 
                                    
                                
                                                    y 
                                                hasta 
                                                las 
                                                propias 
                                                penas 
                                                nos 
                                                hacen 
                                                sonreir.
 
                                    
                                
                                                    Y 
                                                hay 
                                                días 
                                                en 
                                                que 
                                                somos 
                                                tan 
                                                sórdidos, 
                                                tan 
                                                sórdidos,
 
                                    
                                
                                                como 
                                                la 
                                                entraña 
                                                oscura 
                                                de 
                                                oscuro 
                                                pedernal:
 
                                    
                                
                                                la 
                                                noche 
                                                nos 
                                                sorprende 
                                                con 
                                                sus 
                                                profusas 
                                                lámparas,
 
                                    
                                
                                                en 
                                                rútilas 
                                                monedas 
                                                tasando 
                                                el 
                                                Bien 
                                                    y 
                                                el 
                                                Mal.
 
                                    
                                
                                                    Y 
                                                hay 
                                                días 
                                                en 
                                                que 
                                                somos 
                                                tan 
                                                lúbricos, 
                                                tan 
                                                lúbricos,
 
                                    
                                
                                                que 
                                                nos 
                                                depara 
                                                en 
                                                vano 
                                                su 
                                                carne 
                                                la 
                                                mujer:
 
                                    
                                
                                                tras 
                                                de 
                                                ceñir 
                                                un 
                                                talle 
                                                    y 
                                                acariciar 
                                                un 
                                                seno,
 
                                    
                                
                                                la 
                                                redondez 
                                                de 
                                                un 
                                                fruto 
                                                nos 
                                                vuelve 
                                                    a 
                                                estremecer.
 
                                    
                                
                                                    Y 
                                                hay 
                                                días 
                                                en 
                                                que 
                                                somos 
                                                tan 
                                                lúgubres, 
                                                tan 
                                                lúgubres,
 
                                    
                                
                                                como 
                                                en 
                                                las 
                                                noches 
                                                lúgubres 
                                                el 
                                                llanto 
                                                del 
                                                pinar.
 
                                    
                                
                                                El 
                                                alma 
                                                gime 
                                                entonces 
                                                bajo 
                                                el 
                                                dolor 
                                                del 
                                                mundo,
 
                                    
                                
                                                    y 
                                                acaso 
                                                ni 
                                                Dios 
                                                mismo 
                                                nos 
                                                puede 
                                                consolar.
 
                                    
                                
                                                Mas 
                                                hay 
                                                también 
                                                ¡oh 
                                                Tierra! 
                                                Un 
                                                día... 
                                                un 
                                                día... 
                                                un 
                                                día
 
                                    
                                
                                                en 
                                                que 
                                                levamos 
                                                anclas 
                                                para 
                                                jamás 
                                                volver...
 
                                    
                                
                                                un 
                                                día 
                                                en 
                                                que 
                                                discurran 
                                                vientos 
                                                ineluctables.
 
                                    
                                
¡                                                Un 
                                                día 
                                                en 
                                                que 
                                                ya 
                                                nadie 
                                                nos 
                                                puede 
                                                retener!
 
                                    
                                
                            1 Profecía
2 Canción de la Vida Profunda
3 Declaración
4 Dedicado a Veronica
5 Mañana Puede Ser Tarde
6 Podría Decirte Tantas Mentiras
7 Las Cartas de Amor
8 Versos para Ti
9 Una Historia
10 Si Uno de los Dos
11 Quédate
12 Mariposa Nocturna
13 Tú Eres Más
14 Una Parte de Mí
15 Sabor a Tango
16 Asuntos del Corazón
17 Farewell
18 Amiga No Te Mueras
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