Текст песни Décima a la Décima - Jorge Drexler
El
tiempo
tomó
un
desvío
Río
abajo
en
la
corriente.
Me
encontré
así
de
repente
Completo,
semivacío.
Tendido
ante
el
poderío
De
tu
fulgor
sideral,
Sentí
el
soplo
del
final
Merodeando
el
corazón
Como
un
sereno
aluvión
Fuera
del
bien
y
del
mal.
Encalló
nuestro
navío,
El
cauce
fue
insuficiente.
Latió
un
pulso
intermitente
Audible
entre
el
vocerío.
Y
allá
fui
en
el
desvarío
De
tu
cadencia
fluvial,
Mucho
menos
bien
que
mal
En
medio
de
una
oración,
Un
móvil
en
un
ciclón,
A
destiempo,
artificial.
Tu
labio
se
acercó
al
mío
Con
un
gesto
intrascendente.
Se
oyó
un
estruendo
silente
Como
un
espejo
vacío.
Atesorando
el
estío
De
tus
tiempos
en
plural,
Me
abandoné
al
carnaval,
Huérfano
ya
de
aflicción,
Firme
el
rictus
de
bufón,
Abriéndome
a
canto
y
cal.
Se
destrozó
aquel
hastío
Feroz
y
elocuentemente.
Tu
tono
fue
impertinente,
Calibrando
el
desafío.
Brilló
el
resplandor
umbrío
De
tu
piel
fundamental,
Mantuve
la
vertical,
Clavé
el
cuerpo
en
tu
aguijón
El
tiempo
fue
una
ilusión,
Como
un
rumor
ancestral.
Brisa,
piel,
escalofrío,
Regresando
a
la
vertiente.
Como
agua
por
la
pendiente
Otro
el
tiempo,
el
mismo
el
río.
Sonriéndole
al
extravío
De
tu
belleza
espectral,
Tragué
un
poco
de
agua
y
sal,
Dejé
caer
el
telón,
Venciendo
mi
ensoñación,
Temblando
en
el
vendaval.
Sentí
tu
pecho
en
el
mío,
En
manos
de
tu
gradiente,
Torcí
el
gesto
displicente
A
merced
de
tu
albedrío
Goteando
en
el
regadío
De
tu
perfume
abisal,
Como
un
rugido
animal
Sin
tiempo,
sin
ton
ni
son,
Giró
certero
el
timón
Invirtiendo
el
manantial.
Te
fuiste
y
se
acercó
el
frío
Desproporcionadamente.
Vi
tu
rostro
entre
la
gente
Asomado
hacia
el
vacío.
Y
así
bebió
el
tiempo
mío
De
tu
aurora
más
boreal.
Me
entregué
a
tu
temporal,
Se
oyó
tu
respiración,
Mi
pecho
cedió
al
arpón.
Luego:
silencio
total.
Tu
beso
desterró
el
frío
Desde
otro
tiempo
presente.
El
juego
se
hizo
patente
Con
aquel
gesto
bravío.
Tuve
un
reflejo
tardío
De
tu
mínima
señal,
Gesticulé,
maquinal,
Tanteando
tu
corazón,
Soplando
en
la
combustión
Tras
el
trago
de
mezcal
Caí
por
fin,
ya
sin
brío,
Cansado,
fuera
de
ambiente.
Quedó
aquel
tiempo
latente,
Ausente,
lento,
sombrío.
Me
aventuré
en
el
baldío
De
tu
abrazo
de
cristal,
Dispuesto
al
choque
frontal,
Paladeé
la
tentación,
Certero
en
la
sinrazón,
Trasponiendo
aquel
umbral.
Tu
aliento
se
hizo
rocío
De
pronto,
muy
lentamente,
Te
vi
cruzar
aquel
puente
Dejando
atrás
el
gentío.
Y
me
aturdió
el
griterío
De
tu
fragancia
frutal,
En
aquel
tiempo
puntual
Te
solté
mi
confesión,
En
plena
alucinación,
Descendiendo
en
espiral.
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